«Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre de
Jehová».
Génesis 4:26.
Una de las mayores aspiraciones de los que se casan
es formar una familia feliz. Una tarea difícil, incluso, para
quienes confían en Dios. El relato bíblico lo demuestra.
Cuenta lo que le sucedió a una pareja de recién casados.A pesar de los errores cometidos, ellos también
deseaban ser fieles a Dios. Su mayor anhelo era que sus
hijos obedecieran las enseñanzas divinas. El día que se
casaron ni siquiera imaginaban en qué se convertiría su
hogar.
Cuando les nació el primer hijo vieron en él una
esperanza para la humanidad, y con el nacimiento del
segundo vástago creyeron que su familia se establecería en
los caminos de Dios. Con esfuerzo y dedicación enseñaron
a sus hijos a amar a Dios y confiar en la promesa de un
redentor. Los educaron con esmero en el servicio al
Creador. Pero nada salió como pensaron.
El hijo mayor se alejó de Dios y se convirtió en un
asesino; y al segundo hijo, aunque fue fiel, lo murió de
repente. Su hermano Caín lo mató. Muy grande debió haber
sido el sufrimiento y la decepción de aquella pareja
matrimonial. En vez de recoger los frutos del bien, sufrieron
las consecuencias de su pecado y de la rebelión contra
Dios de su hijo mayor, que después del asesinato reprodujo
la rebelión y la maldad por todas partes.
Fue así como Satanás logró que el mal triunfara sobre
el bien. Al principio pareció que el bien se extinguiría de la
faz de la tierra. Con la rebelión de la descendencia de Eva
y Adán, Satanás debió disfrutar momentos de satisfacción
malvada. Pero fracasó.
Porque fue en medio de aquella desoladora expectativa
que brilló de nuevo la luz de la esperanza.
La dolida pareja trajo un nuevo hijo al mundo. Lo
llamaron Sustitución. El niño creció y satisfizo las
expectativas hogareñas de constituir una descendencia para
servir a Dios de corazón.
Es por eso que el autor de Génesis escribió: «Entonces
los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová».
El vocablo entonces sugiere que antes del nacimiento de
Set la esperanza redentora parecía perdida. Pero el tercer
hijo de Eva y Adán miró hacia Dios y revivió la perspectiva
de salvación para la especie humana. Así, la descendencia
rebelde de Caín, perdió la hegemonía que comenzaba a
imponer sobre la tierra; y su influencia no prevalecerá en el
mundo para siempre. Set hizo la diferencia, porque con su
fidelidad puso las bases del desarrollo de un pueblo para
Dios.
Hoy tú también puedes hacer la diferencia. Aunque
parezca que todo sucumbe en tu derredor, no te desanimes,
confía en Dios y verás al bien triunfar sobre el mal. La
lucha entre lo bueno y lo malo durará muchos siglos, pero
el bien triunfará sobre el mal, y el Edén perdido será
restaurado por Dios. Ya no vivimos en el tiempo del fin,
ahora vives en el fin del tiempo. Si eres fiel a él conocerás
aquel Huerto perdido y renovado por Dios y devuelto a los
redimidos. Has la diferencia. Triunfa sobre el mal. Vivirás
allí para siempre. No lo dudes.
Pr. José M. Moral
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